LA BIBLIOTECA NEGRA
La biblioteca negra parte de la idea de entender el libro como un cuerpo político afectado por las mismas violencias y tensiones que sufrimos otros cuerpos por parte de un sistema que produce por encima de nuestras necesidades.
Con este propósito La biblioteca negra se encuentra en el proceso de desarrollar un complejo proyecto de edición expandida que aborda esta cuestión desde un entramado de actuaciones entre la investigación, la puesta en escena, la formación y la elaboración de un objeto-cuerpo bibliotecológico distribuido.
La biblioteca negra se forma a partir de libros, cuerpos, procedentes de lo excedente. Sus volúmenes han sido fermentados por otros textos y se resisten a ser leídos. Buscan asilo, techo, y pretenden okupar, infiltrarse, en bibliotecas públicas, privadas o inclasificables. Son libros compostados, cuerpos que invitan a la desescritura para devenir Otros libros. Junto al despojo de sus antiguas necesidades y funciones, La biblioteca negra invita a otro leer y otro escribir. Proviene de lugares desconocidos, no por extraños sino por difíciles de determinar. Los nombres de los autores no han terminado de escribirse, tampoco se sabe si hubo editor o editorial o muchos editores y muchas editoriales, ni cuántos volúmenes de ellos se hicieron.
La biblioteca negra busca fracturas en los sistemas de catalogación, un lugar en las estanterías y en los registros pero, sobre todo, también busca otro sentido en el ser y hacer libros, en el papel del papel, en el poder de encubrir de la tinta y en su capacidad de afectarnos con esos cuerpos.
Los libros negros de esta biblioteca son fruto de la interrelación y la intervención en muchas tramas y capas de tiempo, de textos, de materiales, de relaciones y compone estrategias en cada lugar para construir alianzas.

La biblioteca negra surge como resultado de una cadena de sucesos, encuentros y alianzas, y finalmente de la necesidad de dar cuerpo a un texto. En ese último deseo se encontraron Gabriela Halac y Lluc Mayol.
El origen de la historia se remonta al periodo de diciembre de 1975 a marzo de 1976, en Córdoba (Argentina), cuando Liliana Vanella y Dardo Alzogaray decidieron enterrar parte de su biblioteca en un pozo de cal en el patio de su casa, como medida de protección ante la represión de la dictadura. Dardo se exilió en México en agosto de 1976, y Liliana, con su hijo Tomás, lo siguió en diciembre. Ocho años después, bajo un programa de repatriación de exiliados de Naciones Unidas, regresaron a Argentina.
En 2017 Gabriela Halac y el hijo de Dardo y Liliana, Tomás Alzogaray Vanella, iniciaron la búsqueda de la biblioteca enterrada. La excavación en el patio de los Alzogaray Vanella, con la ayuda de antropólogos forenses, permitió encontrar 16 paquetes a un metro y medio de profundidad, detrás de tres pinos. Estos libros, que emergieron transformados por el paso del tiempo, dieron origen al proyecto La biblioteca roja, que culminó con la publicación de un libro y un documental.
En 2018, Gabriela Halac recibe una invitación de la artista colombiana Adriana Salazar Álvarez para escribir un artículo sobre La biblioteca roja en la revista digital Post(s). De esta invitación nació la escritura de Páginas en negro, un texto que se centra en la edición como práctica forense y en la dimensión telúrica del libro.A través de Páginas en negro, reflexiona sobre las representaciones implícitas en las páginas en blanco y despliega el concepto de «páginas en negro», como una escritura que emerge de procesos vinculados a la tierra. Gabriela escribe el texto e invita a Patricio Villarreal Ávila al leerlo comentarlo y decide que la ética del texto es dejar las marcas de esta conversación expuestas, marcas de los procesos que en los libros normalmente desaparecen. Entre las problemáticas que desarrolla Paginas en negro, se presenta a los libros como cuerpos que ocupan espacios en las librerías, en las bodegas, en las distribuidoras, en las bibliotecas públicas y privadas. Las grandes editoriales realizan cantidades de una edición pensando en ese sentido: cuánto territorio hay que ocupar. El resultado de estas formas de producción capitalista del libro, se traduce en un ciclo que oscila entre la construcción y la destrucción de libros y en una perspectiva de esos excedentes como desechos para un supuesto reciclaje.
El último eslabón de esta cadena de sucesos es La biblioteca negra, fruto de un trabajo colectivo entre Gabriela Halac y Lluc Mayol. Se concibe como un proyecto que convoca en primera instancia a recolectar esos demasiados libros (excedentes) y realizar con ellos un trabajo de acción-intervención. Estos libros (recolectados a partir de convocatorias abiertas a editores, bibliotecas, universidades, instituciones culturales, etc.) comparten la experiencia común de ennegrecer sus páginas y generar, así, una biblioteca negra.
El texto sin libro Páginas en negro (convertido en una serie de 32 sellos de goma) es la bacteria del fermento, el elemento que composta con los libros excedentes donados para conformar esta biblioteca.
La biblioteca negra se activa en etapas en forma de objeto escultórico mutable, de edición performativa y/o de laboratorio ciudadano para la investigación sobre las políticas de extracción y supervivencia y la posibilidad de promover imaginaciones para la emergencia de otros modos de producción de libros.


Trayectoria del proyecto
En junio de 2021 Gabriela Halac y Lluc Mayol se conocen en una residencia de encuentro entre profesionales de la danza y de la edición en La Caldera, Barcelona. Justo un año más tarde, en junio de 2022, inician un intercambio de e-mails, llamadas, mensajes de audio, etc. en los que empiezan a dar forma a este proyecto a la distancia, con el océano de por medio entre València (España) y Córdoba (Argentina).
Rápidamente surge la oportunidad de generar una primera presentación en el marco de Inclasificables, encuentro de editores independientes que tiene lugar anualmente en la Biblioteca de la Casa de las Conchas en Salamanca. En esa primera apertura pública del proceso de trabajo de La biblioteca negra, ya se realiza la primera convocatoria para obtener libros excedentes de editoriales, centros culturales o bibliotecas y se reciben cuarenta y siete ejemplares correspondientes a seis donaciones. También se logran producir las treinta y dos gomas para sellos correspondientes a las treinta y dos páginas del texto Páginas en negro con los que se iban a intervenir los libros recibidos.
Pero no es hasta principios de noviembre que se documentan y fichan los paquetes recibidos, se diseña y realiza el primer test del dispositivo performativo, ya con los sellos operativos y estableciendo un prototipo escenográfico y de guión en el que se intervienen los primeros libros excedentes. Es en el ciclo Les paraules fallen (las palabras fallan) que se organiza en el Espai Nyamnyam en Mieres (Girona). Ese ensayo se realiza ya con el público asistente y se introducen elementos escénicos (diseño sonoro, proyección de video y lecturas). El resultado de esta primera puesta en escena, nos permite establecer las bases para el desarrollo final del proyecto.
Finalmente, en septiembre de 2023, a través del apoyo de la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores Comercio Internacional y Culto de Argentina, Gabriela Halac se desplaza a València donde realiza, junto a Lluc Mayol, una segunda residencia de producción en la que se ajusta el formato de las distintas activaciones del proyecto y se producen los materiales físicos y audiovisuales en los que se basa la puesta en escena de La biblioteca negra.
A raíz de esta residencia surge la posibilidad de activar La biblioteca negra a partir de la invitación de varias instituciones españolas en distintas ciudades: La Mutant: Espacio de Artes Vivas de València; IVAM –Instituto Valenciano de Arte Moderno–; Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes. Universidad Complutense de Madrid; La Caldera de Barcelona; y, nuevamente, Inclasificables en la Biblioteca Pública de Salamanca “Casa de las Conchas”. En estas activaciones el proyecto se despliega en todas sus dimensiones, adaptándose a las características de cada institución.
Finalmente, en 2024, el Museo Universitario del Chopo, de Ciudad de México, invita a Gabriela Halac y Lluc Mayol para que activen el proyecto en una residencia en la que el proyecto toma su más amplia dimensión, generando una amplia convocatòria y desplegándose en todos sus formatos: escénico, expositivo, archivo, de formación e investigación.
